Tampoco puede dejar de ver su último año frente a una tienda sin clientes, dinero caduco en su cartera, noches desveladas por lágrimas, el hijo que sólo conoció en sus sueños, un marido que prefiere quedarse atrás…
Y más allá del horizonte, entornando un poco los ojos, al fin puede divisar el retorno a casa después de quince años, la habitación que la espera con la calidez de una vieja amiga, sus libros abandonados de economía, el abrazo olvidado de su madre al recibirla en la estación...
Una mariposa de alas azules y negras se posa en el cristal por un segundo. Y ella no puede evitar sonreír.
Tania A.Alcusón
2 comentarios:
¡¡¡Grande!!! Me ha encantado.
Me alegro mucho. Muchas gracias!! Qué sencillo es envolvernos en nuestra burbuja cuando vamos en un tren, verdad?
Un saludo!
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